El día miércoles 25 de septiembre, como parte del programa de Solidarietà, visitamos el Hogar Italiano. Cuando llegamos los residentes nos esperaban con esperanza y alegría, se notaba que tenían muchas ganas de conocernos.  Por nuestra parte, teníamos muchas ansias de aprovechar el momento, saber de sus vidas, cómo estaban y cuáles habían sido los cambios desde nuestra última visita, hace dos años.

La primera imagen que tuvimos al llegar, fue la de un lugar dominado por el color verde de sus jardines, acompañado por una fuente de agua y diversas bancas donde disfrutaban el día los nonnos y nonnas.  Para comenzar a conocerlos, habíamos llevado distintos tipos de comida para compartir y, de apoco, ir sabiendo de sus vidas. Por ello, nos reunimos en el salón principal y mientras el personal de asistencia llamaba a los residentes, nosotros comenzamos a preparar una convivencia con las cosas que habíamos llevado.

Poco a poco, comenzaron a llegar los residentes y así empezamos a conocerlos. Y si bien habíamos pensado en “cómo sería” vivir la tercera edad, mediante un proceso de entrevistas pudimos conocer mucho más a quienes dan vida al Hogar Italiano. Así fue como comprendimos que muchas veces las familias no pueden apoyar a sus adultos mayores, y en lugares como el Hogar existe la posibilidad de acompañarlos, asistirles y entregarles pequeñas alegrías.  Descubrimos que las relaciones, dentro del Hogar, son muy complejas. Hay residentes que llevan muchos años allí, mientras que otros han llegado hace poco tiempo, esto hace que existan grandes amigos entre ellos y otros que están formando sus lazos recién. Pero, sin duda, un elemento fundamental en el Hogar son las personas que trabajan allí, y que con mucho profesionalismo, cariño y dedicación, se preocupan por cada uno de sus residentes. 

Luego de las entrevistas y el compartir la merienda, nos dedicamos a jugar, cantar, conversar y recorrer el Hogar. En una mesa larga, pudimos reunir a nonnos, nonnas, asistentes y enfermeros, y jugar cachos como si fuéramos amigos de toda la vida. Junto a María Angela, recorrimos el Hogar, no solo nos mostró el primer y segundo piso, además nos llevó a su pieza, a la capilla y pudimos acompañarla en su rezo matutino. Nos reímos mucho intentando sacar naranjas del árbol del patio, a pesar de que la señora María Angela nos insistió en que intentáramos sacar algunas, no lo logramos.  Jugamos Ajedrez con algunos de los residentes… y si bien ganamos una partida, la última y más difícil fue una clara victoria de don Jorge. Con don Ricardo jugamos dominó, nos contó de sus viajes por Europa, nos mostró fotos y postales que tenía de esa época, sus estudios y de su familia. Además, nos regaló un dibujo hecho por él mismo y firmado por gran parte de los residentes del Hogar.   

Conocimos también a la señora Angela, destacada profesora de castellano, que siempre trabajó con adolescentes como nosotros. Ella nos dijo que se sentía muy agradecida de nuestra visita, ya que como no tenía hijos, mediante nuestra visita podía compartir con jóvenes.  También compartimos con la señora Nora, no solo jugamos Dominó, hablamos de su vida en el Chile del pasado, de sus viajes por Europa, de su vida profesional y su familia. 86 años.

Como verán, fue una gran experiencia donde pudimos aprender mucho más que en un día “normal”. Agradecemos al Colegio por darnos la oportunidad de visitar nuevamente el Hogar, y como nos dijo don Jorge “viviremos la vida al máximo, y nos sentiremos siempre jóvenes, sin importar la edad”.

Alumnos y alumnas del 7mo básico D.